jueves, 16 de enero de 2014

Un profesor verde y pegajoso



    Hoy hemos aprendido a escribir cuentos de forma
divertida, ¿a que sí? Con un par de dados y una tabla, cada uno ha obtenido unas pistas con las que crear un cuento. Este es el que hemos hecho entre todos.


Pistas: ¿Quién? Un ogro.
            ¿Cómo era? Verde y pegajoso.
            ¿Qué pasó? Que devoraba.
            ¿Dónde? En una cueva.

Un profesor verde y pegajoso


Había una vez un ogro. A pesar de que su aspecto no era muy atractivo, porque era verde y echaba mocos pegajosos, resulta que era un ogro muy bueno. Este ogro, que se llamaba Mocoso, comía muy sano, pues comía siempre verduras, pero la gente no se atrevía a acercarse a él porque esas verduras eran tan grandes que parecían personas. Por esta razón, Mocoso no tenía muchos amigos.



  Un día, caminando por el bosque en busca de verduras, se encontró a un niño que parecía preocupado por algo. Mocoso decidió acercarse al niño y preguntarle:


-      ¿Quién eres y qué te pasa?  -se atrevió a decir Mocoso.
-          ¡Ah! ¡Un ogro feo! ¿Me vas a comer? - se asustó el niño.
-          ¡No! A mí solo me gustan las verduras. ¿Tú no serás una verdura, verdad? 
-          Pues claro que no, yo soy un niño. 
-          ¿Por qué pareces tan preocupado? - preguntó el ogro con sinceridad.
-          Porque tengo muchos deberes. 
-          Pues seguro que los deberes son muy nutritivos. - dijo Mocoso - ¿Me dejas comérmelos?


El niño se sorprendió y dijo que sí porque no quería hacer más deberes. Entonces, Mocoso invitó al niño a su cueva a comer. En la cueva, después de sazonar y cocinar los deberes, Mocoso los devoró. Estaban buenísimos. Pero no sólo eso, sino que empezó a sentir que su inteligencia crecía. A partir de ese momento, el niño siempre le llevaba los deberes que no quería hacer y Mocoso siempre se los comía. Mocoso se hizo tan inteligente que terminó siendo el profesor de la escuela del pueblo. El pueblo paso a la historia como el primer pueblo en contratar a un ogro profesor.

FIN

¡Animaos, mis pequeños escritores! Seguro que el lunes traéis unos cuentos tan maravillosos como éste o más.







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